Vamos por partes para desmenuzar esto de la Sociedad Anti-López, un conglomerado intelectual y periodístico que data de inicios de este siglo (tiempos del inefable Vicente Fox), aunque tiene su génesis orgánico en la grisácea época de Miguel de la Madrid.

Primero el retrato hablado.

Acerca de la palabra soberbia el Diccionario de la lengua española dice esto: 1. Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.

Altivez sí que la tienen y la tenían desde hace décadas los miembros de este grupo, cuando reinaban intelectualmente en el mundillo político del priismo, ahí donde contaban a su favor con un partido de Estado que repartía millones de pesos a cientos de ellos, exégetas del Régimen postrados al servicio de la patria tricolor en periódicos, revistas (semanales, mensuales, ahora en espacios digitales), así como en radio y televisión.

Poseedores de la única verdad posible, que era la del Sistema, la del PRI y la del Primer Priista de la Nación, peroraban con una petulancia insoportable sobre lo que era correcto e incorrecto para la República. Todo lo que ellos no avalaban -como los planteamientos de la oposición- era políticamente desechable.

Y sí, como se lee en la primera acepción que da el diccionario, tenían un apetito voraz por ser los preferidos del presidente en turno (y de los secretarios de estado, gobernadores, alcaldes, legisladores, jueces, magistrados, ministros, militares, policías y cualquier funcionario con poder). Normal en ellos, ya que la codicia era una de las características de la cleptocracia intelectual y periodística de aquellos tiempos, que luego se extendió hasta al panismo y se asentó con toda comodidad en el sexenio de Peña Nieto a través del boom de las páginas web cuyos dueños -algunos columnistas- se enriquecieron obscenamente con dinero público transferido desde el poder.

Huérfanos del régimen priista cuando ganó las elecciones Andrés Manuel López Obrador en 2018, se desesperaron, no supieron gobernar su soberbia, y brincaron a la segunda acepción de esa palabra: 2. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás. Ofuscados bajo llave en un bodegón, se dedicaron a escribir y hablar entre ellos mismos, a contemplarse a sí mismos, sin al menos abrir una rendija para observar lo que pasaba afuera, lejos de sus mesas, sillones y jardines, desde donde les era imposible escuchar lo que decía la gente de la calle, esos millones de personas que estaban hartos de su insolente reinado y que habían votado en contra de su Sistema.

Carentes de rigor y honestidad intelectual, anémicos de autocrítica, despreciaban -y desprecian- a rabiar todo lo que oliera -y huele- a López Obrador, y jamás se tomaron la molestia de ir a indagar en qué se habían equivocado ellos cuando no vieron venir la avalancha de votos que los sepultó no sólo en 2018, sino 22 veces en comicios estatales.

¿Qué hicieron desde 2006, a lo largo ya de dieciocho años que son tres sexenios? Con un dejo racista y despreciativo, varios comentócratas tuvieron la brillante idea de empezar a decirle “López” a Andrés Manuel López Obrador. Bravo. Como si “López”, en el país de los López, fuera un epíteto, un estigma para marcar judíos en tiempos de fachos, un escupitajo al “indio” que bulean y al “naco” que patean en el suelo. Cada “López” era carcajada lacerante prorrumpida desde la insolencia de su pretendida superioridad no sólo moral sino histórica, como si eso fuera a hacer mella en los millones de López que se enorgullecieron más y más de estar con el tal López.

Esa incomprensible decisión que mantienen 18 años después ha desnudado sus mentes, sus propósitos y despropósitos, y los ha exhibido de manera elocuente: en el origen, en la mesa ovalada de sus tertulias, su soberbia les decía que eran unos genios de la comunicación, unos brillantes mariscales de la más acabada estrategia política que jamás se hubiera creado en México, “y si me apuras, en toda Iberoamérica, cabrón”.

Así decían en corto. Nunca se dieron cuenta del bofetón popular. Todavía hoy no se percatan y persisten en lo mismo: “López” aquí y “López” allá. Quizá algún día asimilen que ellos fueron, en buena medida, artífices de que el señor de Palacio Nacional se haya victimizado y de que el pueblo bueno le dé 60 % de aprobación cuando ya se va. Y claro, que su candidata esté a punto de ganar ampliamente.

¿Sirvió políticamente de algo su “López”? ¿No? Pues felicidades.

BAJO FONDO

Todavía semanas antes de los comicios presidenciales del 2018, envanecidos a más no poder, obnubilados con el resplandor de sus intelectuales que les cuchicheaban al oído, las estrellas del PRI en el gobierno amagaban en tertulias con dejar caer todo el poder del fisco a los opositores periodísticos. ¿Dónde están hoy? Exacto, no están.

TRASFONDO

Soberbia 4. f. Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas. Pues eso, señoras (sí, también hubo varias mujeres en todo esto); señoras y señores, gracias por su invaluable servicio a la democracia.

A ver si me invitan a comer a partir del 3 de junio, ¿sí?

Digo, para escuchar sus fantásticos planes sexenales contra Claudia Sheinbaum.

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